Una persona que en 1965, a los 17 años, construyó un ordenador capaz de componer música, es alguien innegablemente inteligente.
Ese hombre es Raymond Kurzweil, y tiene un mensaje para nosotros. Este apostol del transhumanismo, ingeniero experto en inteligencia artificial, cree que estamos acercándonos al momento en que las máquinas ganen conciencia. A ese momento él lo llama la singularidad.
Es un hecho que los ordenador son cada vez más rápidas, y también es un hecho que esta aceleración en su potencia de cálculo sucede cada vez más rápidamente.
A ese ritmo increiblemente rápido, es lógico pensar que llegará un momento en que sean capaces de hacer algo que imaginamos exclusivamente al alcance de la inteligencia humana.
Y no se refiere a hacer aritmética a un ritmo endiablado, o a componer música de piano, sino a conducir coches, escribir libros, tomar decisiones éticas, apreciar la belleza de las obras de arte, hacer observaciones agudas durante un cóctel.
A ese ritmo increiblemente rápido, es lógico pensar que llegará un momento en que sean capaces de hacer algo que imaginamos exclusivamente al alcance de la inteligencia humana.
Y no se refiere a hacer aritmética a un ritmo endiablado, o a componer música de piano, sino a conducir coches, escribir libros, tomar decisiones éticas, apreciar la belleza de las obras de arte, hacer observaciones agudas durante un cóctel.
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